La reorientación de la economía mundial hacia fuentes de energía renovables es fundamental para combatir el cambio climático y mejorar al mismo tiempo la calidad de vida. Para ello, es necesario que los sistemas nacionales de energía realicen la transición primero, y de forma rápida.
Desde hace algún tiempo, somos conscientes de que nuestros esfuerzos por alcanzar la neutralidad en emisiones de carbono y evitar los efectos catastróficos del cambio climático no son suficientes. Incluso con una importante disminución de las emisiones globales de carbono en las próximas dos décadas, un informe reciente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIECC) predice que es poco probable que podamos limitar el calentamiento global a 1,5 °C.
Nuestro último estudio, «El impulso para lograr la neutralidad en emisiones de carbono», simula las medidas urgentes necesarias para invertir la curva hacia un mundo cuyo calentamiento global no supere 1,5 °C. También se destacan las importantes oportunidades comerciales para los inversores del sector privado y las compañías energéticas comprometidas con el progreso. Asimismo, se enfatiza sobre el apoyo del sector público necesario para catalizar estos esfuerzos.
La urgencia con la que necesitamos transformar nuestros sistemas energéticos se une al potencial de crear importantes ventajas financieras, no solo para las empresas sino también para las personas de todo el mundo.