Por Marina Valera
Gabriela Richardson,
a su manera
Camiseta y falda de Loewe Paula's.
Cinturón, de Gimaguas.
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¿Cómo empezaste en el mundo de la música?
Mi música va evolucionando según el momento que esté viviendo, lo que estoy escuchando… Me cuesta definirlo como algo estático (como le pasa a muchos artistas, supongo). ¿Que si mis raíces me han influido? Por supuesto. Ser afroamericana en un ambiente caucásico europeo me hizo querer salir de la caja.
¿Cómo describirías tu música y cómo han influido tus raíces en tu estilo?
Podría decirse que crecí siendo una chica introvertida, gracias a eso encontré la música y nuevas formas de expresión. A través del canto me descubrí transmitiendo lo que sentía sin ningún tipo de barrera y eso me hizo querer investigar más sobre ello.
Camiseta de crochet de Soldelavilla.
Falda y zapatos, de Paloma Wool.
Sombrero, de Gimaguas.
Pulseras, de Alighieri.
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Ha sido un aprendizaje constante. Hundred Miles me abrió las puertas para, más adelante, conocer los pasos y tener las herramientas para poder hacer la música que hago hoy en día.
¿Cómo ha sido tu evolución como cantante y compositora desde Hundred Miles hasta tu último E.P en colaboración con Enry-K?
La verdad es que admiro a cualquier artista que tenga las ganas y el coraje de hacer una carrera de ello.
¿A qué otros artistas admiras en la industria musical y por qué?
¿Quiénes han influido en tu trabajo hasta la fecha?
Fue algo muy orgánico, nos conocimos a través de amigos en común y conectamos muy bien. Es bonito congeniar con alguien de esta manera y luego hacer algo que siempre va a estar ahí.
Has trabajado con la fotógrafa Carlota Guerrero para la portada de Dölma, ¿cómo fue la experiencia?
Intento escuchar mucha música, descubrir artistas nuevos… Internet nos da las herramientas para poder llegar a la gente sin la necesidad de tener una major (gran compañía discográfica) detrás. Eso hace que los artistas sean más reales respecto a su trabajo y, a la vez, que el público sea más inteligente y exigente.
Vestido vintage, de Jean Paul Gaultier en Los Feliz.
Corsé vintage de Yves Saint Laurent, de Algo Bazaar.
Anillos, de Alighieri.
Sandalias, de Kavra de Formentera.
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La moda es otra forma de expresión más y, hoy en día, va muy de la mano con la música. Supongo que es inevitable tener un estilo propio, incluso si llevas algo sencillo o que pueda llevar mucha gente: el cómo te lo pongas ya marca una personalidad.
¿Qué importancia tiene la moda en tu papel como cantante?
Se podría decir que mi estilo oscila entre lo isleño y pinceladas de los 70 y 90. También depende mucho de donde me encuentre geográficamente y anímicamente.
¿Cómo describirías tu estilo personal y cómo ha evolucionado a lo largo de los años?
Vestido vintage, de Jean Paul Gaultier en Los Feliz.
Corsé vintage de Yves Saint Laurent, de Algo Bazaar.
Anillos, de Alighieri.
Sandalias, de Kavra de Formentera.
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¿Separas tu estética personal de la profesional?
Mi primer icono a seguir en relación a la moda fue mi abuela, ella siempre ha sido partidaria de seguir su instinto a la hora de vestir sin dejarse llevar por las masas. Obviamente, los artistas que he ido siguiendo durante mi vida también me han influenciado. Todo lo que ves que te llama la atención se te queda guardado en las paredes de tu memoria y luego lo transformas en otra cosa.
En tu Instagram hay fotos de Sade o David Bowie, ¿quiénes son tus iconos a la hora de vestir?
Depende. Encima del escenario, me gusta crear una atmósfera que tenga sentido de colores, sonidos y formas. Pero, si voy a promocionar mi trabajo, suelo ir como voy siempre.
Camiseta vintage de Jean Paul Gaultier, de Los Feliz.
Pantalón vintage de Gucci, de Algo Bazaar.
Zapatos vintage de Balmain, de Los Feliz.
Anillo y pulsera, de Nathalie Schreckenberg.
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Acabo de llegar de Los Ángeles de trabajar en un proyecto que tengo muchas ganas de compartir. Cada vez voy más al núcleo de lo que quiero compartir con mi música.
¿En qué estás trabajando actualmente? ¿Tienes algún proyecto en marcha?
Black Angel irá dentro de este proyecto que acabo de mencionar. Trata sobre un ángel negro empoderado que renace de sus cenizas, tipo ave fénix. Por desgracia, en el imaginario colectivo el ángel negro, la oscuridad y todo lo que incluya la palabra o el concepto ‘negro’ está catalogado como algo malo. Con esta canción me gustaría cambiar eso y mostrar la fortaleza y la valentía que hay detrás.
¿Qué nos puedes contar de la canción que cantas en primicia para Vogue.es?
Americana vintage de Dior, de Algo Bazaar.
Pantalón vintage de Versace, de Algo Bazaar.
Collares, de Alighieri.
Zapatos vintage, de Gucci.
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¿Qué opinas del movimiento BLM?
Me veo viviendo en el Mediterráneo y haciendo música.
¿Dónde te ves de aquí a 10 años?
Es una catarsis necesaria, una comunidad que lleva tiempo gritando y por fin recibe algo de atención. La balanza lleva mucho tiempo desigual. Esperemos que con la escucha, el amor, el respeto y la unión podamos algún día vivir con justicia, equilibrio e igualdad.
Fotografía: Arale Reartes
Estilismo: Helena Contreras
Maquillaje y peluquería: Jody Cuberli (Kasteel Artist Management)
Asistente de estilismo: Luis Sarasa
Produccion: Sira Lebón
Diseño y Maquetación: Amelia Becerro
Créditos
Bata crochet vintage de Los Feliz.
Bikini y collar, de Gimaguas.
Jersey, de Pull and Bear.
Tobillera, de Alighieri.
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Tras ponerle voz a Hundred Miles en 2015 –el exitoso single del grupo de electrónica catalán Yall–, Gabriela Richardson (Barcelona, 1994) tomó su propio camino hasta convertirse en una de las cantantes y compositoras más carismáticas del panorama nacional. Con un disco en solitario, Dölma, y un EP en colaboración con el productor Enry-K, Conversations, Richardson promete seguir evolucionando con su estilo propio al que prefiere no otorgarle calificativos. Hablamos con ella sobre su música, la importancia de la moda en su papel como artista y del significado de Black Angel, su último tema que presenta en primicia en Vogue.es.